WASHINGTON,EE.UU./ AGENCIA EFE.- Nayib Bukele es el primer presidente latinoamericano en reunirse con Donald Trump en la Casa Blanca desde que el político republicano volvió al poder. Y el encuentro de los mandatarios se concentró en la migración.
El Salvador se ha posicionado como un aliado contra la migración irregular para Estados Unidos, especialmente desde el 15 de marzo, cuando Trump deportó a más de 200 venezolanos y el Gobierno salvadoreño los recibió y los envió a la prisión de máxima seguridad llamada Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot).
La atención de la cita la centró el caso del salvadoreño Kilmar Ábrego García, deportado por "un error administrativo", como lo reconoció el propio Gobierno de Estados Unidos. Aunque la Corte Suprema de Justicia estadounidense le pidió a la Administración Trump que facilite su regreso, el Gobierno de Bukele se niega.
Tras sellar un contrato que incluye 6 millones de dólares por parte de Washington y del que se desconocen muchos detalles, El Salvador dispuso el uso de su prisión de máxima seguridad, el Cecot, para albergar a supuestos miembros de las pandillas Tren de Aragua y MS-13 expulsados de Estados Unidos.
Sin embargo, organizaciones y familiares aseguran que los miembros de sus familias deportados no son integrantes de esos grupos criminales.
¿Cuáles son las consecuencias del pacto migratorio entre El Salvador y Estados Unidos? ¿ Qué intereses se mueven detrás de este acercamiento entre Bukele y Trump? Para analizar el tema, participan en El Debate dos invitados,
- Desde Lima, Valentina Ballesta, directora adjunta de investigación para las Américas de Amnistía Internacional.
- En Quito, Arturo Moscoso, abogado y politólogo, director de la escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional del Ecuador.
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