SANTIAGO DE LOS CABALLEROS, RD.– Lo que en algún momento parecía una simple anécdota dentro de las coberturas locales, se ha convertido en una epidemia que erosiona la credibilidad del periodismo en Santiago: el fenómeno de los llamados “pica-pica”, falsos comunicadores que afectan la ética y la imagen de los verdaderos profesionales de la prensa.
Estos individuos recorren actividades políticas, sociales, religiosas y deportivas, con un celular en mano, autoproclamándose reporteros o camarógrafos, pero con un propósito distinto: buscar dinero, favores o influencia. Muchos no pertenecen a ningún medio formal, portan carnets falsos y se presentan ante los organizadores de eventos como “prensa”, aprovechando la permisividad de algunos que prefieren no enfrentarlos.
Detrás de esa fachada se esconde un negocio informal de extorsión y oportunismo, donde incluso llegan a amenazar con publicar contenidos negativos si no reciben una “colaboración”. Esta práctica afecta a empresarios, políticos y dirigentes comunitarios que temen la exposición pública.
Los gremios de prensa: entre la indiferencia y la omisión
Comunicadores veteranos coinciden en que la responsabilidad recae sobre los gremios que deben velar por la dignidad profesional, como el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y la Asociación de Locutores de Santiago (ALS).
La falta de control ha permitido que cualquiera se autodenomine periodista, sin formación ni ética. Personas sin preparación, e incluso con antecedentes delictivos, portan acreditaciones falsas, provocando un caos comunicacional que amenaza con destruir los cimientos del oficio.
No basta con emitir comunicados o celebrar efemérides: es hora de crear registros públicos, establecer controles y sancionar a quienes usurpan el título de periodista.
Productores y medios que fomentan el desorden
Parte del problema también proviene de algunos productores y dueños de medios que permiten la acreditación de personas sin formación. A muchos se les presta un carnet o se les deja “buscarse la vida” en la calle, usando el nombre de programas radiales o digitales.
Esta permisividad erosiona el respeto por los verdaderos comunicadores, que dedican años a formarse y ejercer con ética. El periodismo no puede convertirse en una licencia para pedir dinero o manipular información.
Policía y “pica-pica”: una relación que genera sospechas
Otro aspecto preocupante es la relación entre algunos “pica-pica” y oficiales de la Policía Nacional. La comandancia regional de Santiago se ha convertido en su punto de reunión, donde se crean vínculos e influencias.
Existen testimonios de que ciertos “pica-pica” actúan como informantes o mediadores, intercediendo en casos policiales o negociando favores bajo una falsa autoridad mediática. Esta relación pone en riesgo la independencia del periodismo, que debe fiscalizar al poder, no aliarse con él.
Una crisis que exige acción inmediata
El fenómeno ha provocado una pérdida de confianza en la prensa local. Los ciudadanos ya no distinguen entre periodistas acreditados y falsos comunicadores, generando una crisis de credibilidad sin precedentes.
Mientras tanto, entidades como ACROARTE, ADOMPRETUR, ACDS y la ALS han logrado mantener un control riguroso sobre sus miembros, sirviendo de ejemplo de orden y disciplina gremial.
Sin embargo, si el SNTP, el CDP y los productores de medios no actúan pronto, el periodismo santiaguero podría quedar completamente desacreditado. No se trata solo de defender una profesión, sino de rescatar la confianza pública y la verdad como valor social.
Santiago, cuna de grandes comunicadores, no merece que su imagen sea empañada por el chantaje, la improvisación y la corrupción disfrazada de prensa.
Mientras los gremios guardan silencio, los “pica-pica” se multiplican como termitas en los actos públicos, vendiendo silencio, comprando favores y destruyendo la esencia del periodismo dominicano.
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